domingo, 22 de junio de 2014

Veintiocho


El Verdugo entra en la celda... y contempla a la rea... pensando en el tiempo que hace que no la reclama.





La rea está vestida únicamente con los adornos que tanto le gustan... las tobilleras y las muñequeras.





Ella lo intuye... y abre los ojos... al tiempo que esboza una amplia sonrisa.





Con un gesto... Él le ordena que suba los brazos por encima de la cabeza... y abra las piernas.





Lo hace despacio... provocadora... descarada... sintiendo como... ante Su ardiente mirada... los pezones se le endurecen... y su coño se humedece... al tiempo que el pulso se le acelera... y la respiración se le entrecorta.





Sentir como la rea se excita... sin haberla tocado... aún... lo llena de orgullo... y le hace sentir poderoso... tanto como empieza a ponerse Su miembro.





Es temprano... y el desayuno ya está en la mesa.





Sorprendida... ella contempla la silla puesta del revés... de tal forma que... en vez de sentarse... se ve obligada a arrodillarse... apoyando los pechos en el respaldo... y ofreciendo su culo y su coño-





Mientras desayuna... el Verdugo explora su coño mojado... acariciando su clítoris... muy muy... despacio.





La rea mueve las caderas... buscando un contacto mayor... más profundo... más intenso... dejando escapar un gemido... apenas contenido.





Un azote la detiene...





- no puedes moverte, no puedes gemir y no puedes dejar de desayunar.





Ella traga saliva... consciente de que no va a ser capaz de cumplir la orden... entre otras cosas porque Él sabe como tocarla... y como llevarla hasta el extremo de... desobedecer.





A pesar de todo... lo intenta... apretando los puños... mordiéndose los labios... sin dejar de masticar.





Casi casi... lo consigue... apenas le queda desayuno... pero entonces... el Verdugo le hace sentir su verga dura en la entrada de su sexo... acariciando... metiendo apenas la punta... y retirándola.





No puede evitarlo... se deja llevar por el deseo... para de desayunar... gime... mueve las caderas... buscando más... rogando más... suplicando más.





Sorprendentemente... el Verdugo le pregunta la hora... son las ocho y veinte... hace una suma rápida... 8+20=28.





Para... ordena... 





- "Trae el cesto de las pinzas y la fusta, te has ganado tres purgas".





- "¿Tres?".- pregunta extrañada





- "Por moverte, por gemir y por dejar de desayunar".- responde Él con una amplia sonrisa.





La primera purga consiste en veintiocho pinzas... cuatro en cada labio... nueve en cada pecho... y una en cada pezón... y volver a la posición inicial en la silla.





La segunda purga... son veintiocho azotes con la mano... catorce en cada nalga... contados en voz alta... y tan intensos... que algunas pinzas se sueltan... y caen.





Se encoge ligeramente por el dolor... recupera la posición enseguida... pero no llora... a pesar de que las lágrimas pugnan por salir.





La tercera pugna... veintiocho azotes con la fusta... de pie... con la espalda en la pared... los brazos en la nuca... y las piernas abiertas.





Aún quedan unas cuantas pinzas puestas... incluyendo las de los pezones... que son las que más la martirizan.





Los azotes se alternan... muslos... sexo... pechos... haciendo caer de vez en cuando alguna pinza.





Cuando salta la del pezón derecho... ya no puede contener las lágrimas... y en un gesto impulsivo e incontrolado... se las limpia con el brazo.





- "Cuarta purga: trae el cinturón".- dice el Verdugo con seriedad.





- "¿Por qué?".- pregunta sin poder evitarlo





- "Tus lágrimas también me pertenecen y yo decido si te las limpio y como lo hago. Ahora, trae el cinturón sin demora, recibirás veintiocho azotes más".





El primer azote con él... hace saltar la pinza que queda... la del pezón izquierdo.





El dolor que siente... es tan agudo que cae de rodillas a Sus pies...con la cabeza agachada.. y llorando ya de forma incontrolada... pero ni se le ocurre secarse las lágrimas.





Con una mano... la agarra del pelo... e introduce Su polla en la boca... ordenándole chupar... al tiempo que el cinturón cae... una y otra vez... en su espalda... sus muslos... su culo... hasta completar los veintiocho azotes... 





Con un movimiento brusco... el Verdugo se separa... y la contempla... desmadejada a sus pies... llorosa y jadeante a la vez.





Se siente orgulloso y satisfecho... y también excitado... 





En unos minutos... cuando ella se recupere... buscará Su placer... y si se le antoja... tal vez... solo tal vez... la rea también lo obtenga.







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